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Contenido
- 1 Introducción: La singularidad de las colecciones pictóricas catedralicias
- 2Primeros ejemplos: Fragmentos y trípticos renacentistas
- 3El manierismo de Juan Bautista Celma
- 4 Las pinturas murales: Fragmentos y legado artístico
- 5Pintura barroca en la Catedral de Santiago
- 6Gregorio Ferro y el refinamiento neoclásico
- 7Conclusión: Un recorrido artístico y espiritual
Introducción: La singularidad de las colecciones pictóricas catedralicias
Las pinturas de la Catedral de Santiago no son meros elementos decorativos, sino piezas cargadas de significado litúrgico y conmemorativo. Destacan por complementar la arquitectura de la basílica y reforzar el mensaje espiritual. Su diversidad cronológica y estilística las convierte en una representación única de la evolución del arte sacro.
Primeros ejemplos: Fragmentos y trípticos renacentistas
El recorrido pictórico comienza con un fragmento mural del siglo XIV que muestra un ángel, proveniente de la desaparecida torre del arzobispo Manrique.

Del siglo XVI, sobresale el tríptico de la Pasión del Señor, atribuido al Maestre Fadrique. Las tablas, que muestran la Santa Cena, el Lavatorio de los pies y la Oración en el huerto, reflejan una transición del estilo hispano-flamenco al renacentista, con un incipiente uso de la perspectiva en interiores y paisajes.



El manierismo de Juan Bautista Celma
En 1569, Juan Bautista Celma introdujo el manierismo en la Catedral con sus tablas al óleo para la Capilla Mayor. Estas obras estaban diseñadas para transmitir diferentes mensajes según la perspectiva del observador: los misterios gloriosos del rosario para los laicos y la Pasión de Cristo para los canónigos.
Entre las piezas conservadas, destacan la Resurrección y la Adoración de los Magos, que demuestran el conocimiento de Celma sobre el arte italiano y su dominio técnico.


Las pinturas murales: Fragmentos y legado artístico
La colección pictórica de la Catedral de Santiago también incluye ejemplos notables de pinturas murales, un arte que, aunque efímero en muchas ocasiones, refleja la historia y evolución del edificio.
Entre las piezas más antiguas se encuentra un fragmento mural del siglo XIV que representa un ángel. Este vestigio proviene de la desaparecida torre del arzobispo Manrique, una estructura que fue parte integral del paisaje arquitectónico de la Catedral.
Otro ejemplo significativo son los lunetos de la bóveda, pintados por Pedro Noble en 1536. Estas pinturas, que aún se encuentran in situ en la capilla de San Fernando, representan dos escenas fundamentales: la Ascensión y la Asunción de María. Estas obras destacan por su delicada composición y su capacidad para integrarse armoniosamente en los espacios arquitectónicos, elevando el simbolismo religioso del lugar.

Además, es importante mencionar que los murales realizados por artistas como Juan Bautista Celma en 1569 formaban parte de un lenguaje visual más amplio que incluía decoraciones en diversos puntos de la Catedral. Estas pinturas no solo buscaban embellecer el espacio, sino también ofrecer un mensaje espiritual directo a los fieles.
Pintura barroca en la Catedral de Santiago
El barroco está representado por pequeñas piezas como las de Francken III, que ilustran escenas del Camino del Calvario y la Conversión de San Pablo, junto a un óleo mexicano de la Virgen de Guadalupe.

Del siglo XVIII, sobresalen las obras de Juan Antonio García de Bouzas, como el óleo de San Roque y la reproducción del Santiago Sedente. También es notable el óleo de Domingo A. de Uzal que representa a Santiago Matamoros, con una iconografía diferente y poderosa.



Gregorio Ferro y el refinamiento neoclásico
Gregorio Ferro, originario de Compostela, dejó un legado neoclásico en la decoración de la Catedral. Sus obras incluyen grandes tablas como la Anunciación y San Jorge, destinadas al trascoro y hoy ubicadas en la sacristía.


En la capilla de San Fernando, se exhiben dos tondos que representan el Sueño de San José y la Visitación de María a Santa Isabel. Estas pinturas, de gran refinamiento, muestran la influencia italiana y forman parte de proyectos decorativos más amplios.

Conclusión: Un recorrido artístico y espiritual
La colección pictórica de la Catedral de Santiago de Compostela combina arte, espiritualidad e historia. Desde el renacimiento hasta el neoclásico, estas obras reflejan la riqueza artística y el mensaje religioso que han definido la esencia del templo a lo largo de los siglos, consolidándolo como un referente cultural y espiritual.
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