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Contenido
- 1Introducción: Un rincón histórico poco conocido
- 2Orígenes y aspiraciones del Panteón Real
- 3Sepulcros destacados en el entorno de la capilla
- 4Evolución arquitectónica y artística de la capilla
- 5La función litúrgica de la capilla a lo largo de los siglos
- 6Conclusión: Patrimonio en evolución constante
Introducción: Un rincón histórico poco conocido
Junto a la puerta de la Azabachería, al oeste de la Catedral de Santiago de Compostela, se encuentra la Capilla de Santa Catalina, un espacio que, aunque discreto, guarda una rica historia. Este artículo explora su evolución desde su origen como Panteón Real hasta su estado actual.

Orígenes y aspiraciones del Panteón Real
La Capilla de Santa Catalina fue concebida como un mausoleo para los reyes, una ambiciosa idea que nunca se materializó del todo. Los restos de los pocos personajes enterrados en este espacio fueron posteriormente trasladados a la Capilla de las Reliquias, dejando solo el testimonio de lo que pudo haber sido un importante punto funerario.
Sepulcros destacados en el entorno de la capilla
Aunque el proyecto del Panteón Real no prosperó, el área circundante alberga importantes sepulcros:
- El obispo Alonso López de Valladolid (1468): Este sepulcro, situado en el exterior de la capilla, destaca por su estatua yacente en granito y el báculo de bronce, un elemento inusual en la escultura funeraria gótica.
- El prior Juan Vidal: En la escalera contigua, su sepulcro presenta una obra expresiva del escultor Juan Bautista Celma, datada en el siglo XVI.



Evolución arquitectónica y artística de la capilla
En el siglo XVI, la capilla quedó bajo el patronato de los Marqueses de Bendaña, quienes fueron propietarios del conocido Pazo de Bendaña en Santiago. En 1548 se encargó un retablo a Miguel Ramón, aunque el retablo actual, más sencillo, data del siglo XVIII y alberga una imagen central de Santa Catalina, junto a una representación de la Virgen de Lourdes.


La función litúrgica de la capilla a lo largo de los siglos
El cardenal del Hoyo dejó constancia de que, en el siglo XVII, cualquier sacerdote podía celebrar misa en la capilla, una práctica anunciada en una tablilla colocada en la reja renacentista que la cerraba, obra de Guillén de Bourse. En 1763, la reja fue reemplazada por una de estilo barroco realizada por Antonio Pérez, que podemos admirar hoy en día.
Conclusión: Patrimonio en evolución constante
La Capilla de Santa Catalina es un testimonio del dinamismo histórico y artístico de la Catedral de Santiago. Desde su aspiración como Panteón Real hasta su actual uso como espacio de culto, refleja cómo el patrimonio evoluciona, manteniendo viva su relevancia a lo largo de los siglos.
Este rincón oculto de la catedral merece ser conocido y valorado, no solo por su historia, sino por los detalles artísticos que enriquecen su legado.
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